domingo, 25 de agosto de 2013

La Educación Prohibida

La primaria me parece por mucho el periodo de estudios en que más aprendemos en el sentido amplio de la palabra. Los conocimientos que se nos transmiten en este nivel escolar, son nuevos, diversos y representan un reto real que desafía nuestro entendimiento. Por primera vez nos enfrentamos con el complejo mundo de la alfabetización; se nos inunda de símbolos con los cuáles comprenderemos el mundo, seremos aptos para leer, escribir, hacer cálculos. Y por otro lado, ante nosotros se abre un mundo nuevo, los conceptos culturales se nos presentan por primera vez; conocemos a los padres de nuestra patria, el mundo que nos rodea, a nosotros mismos, y se va moldeando nuestra figura ética. Con ello se pretende que el estudiante, adquiera las facultades básicas y comunes, para que con ello logre en el futuro conocer su identidad y obtenga su realización personal.  

A partir de este punto de partida, distingo dos reflexiones que quiero establecer; el carácter repetitivo de los niveles siguientes en la formación académica, y la herramienta de control con los conceptos y comprensión del mundo en el nivel básico de estudios. 

Comenzare hablando sobre el riesgo que supone la segunda cuestión. 
Los niños van a su primaria, como un lugar en donde todo lo que se les enseña es VERDAD. Los padres no inculcan en ellos una actitud reflexiva y de duda, quizá por ser ellos mismos victima del sistema, generándose así un círculo vicioso de orígenes difíciles de establecer.
Los maestros les hablan sobre héroes, en historias que parecen de leyenda. Se nos inculca también el amor por la bandera y nuestra nación. Y así crecemos, pregonando un amor por México, en algunos casos repitiéndolo como una maquina descompuesta y en otras amando una MENTIRA. 
¿Qué es lo que amamos de nuestro país? ¿Por qué nos sacrificaríamos por él, a pesar que su sistema político, económico y social es una pesada carga que no nos deja libres en nuestra búsqueda por el éxito?
Muchos de nosotros nos hemos escuchado defendiendo nuestro himno, por su belleza superior a cualquier otro, y realmente lo creemos. Yo hasta hace poco recuerdo haber enunciado aquellas palabras, y me puse a reflexionar acerca de ello. Escuche a mi padre alguna vez decir eso en algún partido de la selección, y desde entonces fue una verdad para mi.
No tenemos por que amar México. Al menos no al México que pretenden que amemos. Que diferente sería si desde el primer momento, cuando a los 7 años estamos ante estos conceptos, se nos inculcara una actitud dudosa. No sería tan difícil para el hombre adulto, romper los paradigmas de toda una vida, y su aproximación a la verdad sería natural.

Al hablar del carácter repetitivo de los siguientes niveles educativos, estoy englobando el nivel medio, medio superior y en algunos casos el nivel superior. 
En el nivel medio (Secundaria), pasamos la mitad del primer año re-aprendiendo lo que se nos enseño en la primaria, el segundo año re-aprendiendo lo que enseño en la segunda mitad del primer año y en el tercero sucede algo similar. Todo esto con el fin de estar preparado para el bachillerato. 
Es aquí, en el nivel medio superior, donde se supone que el alumno va creando un perfil respecto a sus intereses e inquietudes. Pero a diferencia de esto, resultan convertirse en tres años en que re-aprendemos lo que se nos enseño en la primaria, secundaria y si nos va bien profundizamos mas en los mismos temas. Es rara la Preparatoria donde se ofrecen orientaciones técnicas de estudio, para irse probando en las especializaciones que mas nos interesan. Y aun cuando es así, no es suficiente para aclarar las inquietudes sobre el futuro que deseamos. 

La mayoría de los estudiantes de niveles superiores, no están seguros de haber elegido la carrera que los prepare para aquello que quieren dedicarse el resto de su vida. Y esto suele ser por que a los 18 años aun no saben aquello que los apasiona, aquello que aman y a lo que quieren dedicar su vida. Resulta de esto estudiantes inconformes, que si tienen la valentía suficiente, interrumpen sus estudios en primer semestre o incluso algún semestre más avanzado, y posteriormente comienzan otra licenciatura. Y de no ser así, el resultado son profesionistas infelices; que se dedican a trabajos que odian, comienzan una familia y se dedican a vivir la vida que el sistema tenía para ellos. 

Visto desde este punto de vista, parece que no hay esperanza, al menos la mayoría de la población esta condenada a vivir vidas sin sentido, llena de preocupación, angustia y sobre todo frustración. Yo creo que es tiempo de nosotros que hemos identificado el problema, comencemos a actuar. Exijamos un sistema educativo en donde lejos de imponer modelos de vida, libere a las personas para crear su propia identidad, única e irrepetible. En lugar de años desperdiciados en re-aprender conceptos mal aprendidos, inundar al estudiante con la más amplia variedad de actividades, donde pueda probar si aquello que lo inquieta en un momento determinado, puede convertirse en su pasión de vida. Y si no es así, no tener que perder años de su vida hasta encontrar aquello que ama. La orientación vocacional debe empezar desde la secundaria, ir aumentando paulatinamente, para que en la preparatoria el alumno ya tenga una idea clara de aquello que quiere hacer, ni siquiera estudiar si es que no es parte de su plan de vida. Sustituir con esta orientación vocacional  aquella que se nos otorga en el último año en forma de test inútiles que nada dicen de la identidad personal del estudiante. 

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